“El pasivo ambiental que deja la minería luego de extracción de la roca, que devasta montañas, sigue la contaminación de ríos, la tierra estéril y una situación irreparable para rescatar el ecosistema”, resumió Julio González, del Colectivo Madre Selva de Guatemala, al expresar la preocupación por la minería transnacional en su país.

9Mina y agua 1 660x330Organizaciones que integran la Alianza Centroamericana en contra de la Minería (ACAFREMIN), Madre Selva de Guatemala y CRIPDES de El Salvador, se reunieron para crear esfuerzos conjuntos en la defensa del recurso hídrico y la restauración del medioambiente, que amenaza la minera canadiense Bluestone Resources Incorporation.

La temperatura calurosa en la ciudad de Asunción Mita en el departamento de Jutiapa, Guatemala, no amilana su actividad comercial y social. Sus parques y barrios del casco urbano se encuentran activos, y a solo 21 kilómetros de la frontera de San Cristóbal con El Salvador. Y también, el paso de aguas del río Ostúa que tributa al lago de Güija en Metapán y este a su vez llega al río Lempa.

González, coordinador de Madre Selva, comentó que la minería metálica está enraizada en una “historia de ilegalidades”, al denunciar que los primeros permisos que obtuvieron los anteriores dueños fueron de forma irregular, a la que señala la ley de medioambiente de su país.

“Esos estudios de impacto ambiental contienen muchas falencias, no tiene un estudio objetivo y lo peor de todo es que, en 18 años de explotar la mina (Cerro Blanco), no han podido sacar siquiera un gramo de oro de esa mina, esto es parte de un proyecto fracasado y que solo fue movido por la ambición de un grupo empresarial y que pone en alto riesgo la salud de los habitantes del municipio de Asunción Mita y amenaza seriamente con contaminar el río Ostúa, que es contribuyente del lago de Güija en El Salvador, que es la cuenca alta del río Lempa que alimenta a más de cuatro millones de salvadoreños”, explicó.

Para el activista social la industria de la minería no es viable para ningún país de la región centroamericana, porque se constituye en un corredor biológico que contiene riqueza genética y especies, que lo elevan a áreas megadiversas y de conservación del patrimonio natural en el mundo.

“Queremos, en la unidad que tenemos con los hermanos de El Salvador, centrar la defensa de esta región que no es apta para la minería y especialmente en este lugar, una región que está considerada como una de las zonas en el mundo con mayor contenido de arsénico (metal pesado) que se encuentra en forma natural (corteza terrestre) que podría desequilibrar la permanencia del arsénico natural en el ecosistema, para convertirlo en un contaminante del manto acuífero y sobre todo, el gran daño a la salud de los habitantes, tanto de Guatemala como El Salvador”, sostuvo.

Las consideraciones de los representantes de Madre Selva caen por su propio peso. El costo ambiental por una “onza troy de oro” (medida de peso a metales preciosos), que equivale a una “argolla de matrimonio”, es moler un equivalente de cinco camiones de volteo con piedra de los cerros, y luego procesarla con cianuro.

 Mina Cerro Blanco, en Asunción Mita, del departamento de Jutiapa, Guatemala, amenaza seriamente el río Ostúa, que desemboca en el lago Güija, en Metapán, y este en el río Lempa.

Foto Diario Co Latino/Archivo.
Carlos Centes, habitante del municipio de Asunción Mita, en Las Ánimas, señaló que se encuentran aproximadamente a 19 kilómetros de la mina Cerro Blanco, situación que le preocupa si una transnacional minera se toma alrededor de 14 kilómetros cuadrados del territorio para la explotación de los metales preciosos.

“Esto nos traería problemas al río Ostúa, que sería el primer damnificado de la minería en el Cerro Blanco, estamos a cuatro kilómetros arriba de esta cordillera de cerros que serán impactados con esta minera que busca volver a instalarse, destruyendo el medioambiente y con las aguas termales del cerro estarán sacándola y los mantos acuíferos serán contaminados por los químicos, es por esto que lucharemos para que no se instale la minera Bluestone”, subrayó. Mientras, Pedro Cabezas, en representación de CRIPDES de El Salvador en ACAFREMIN, consideró que la cercanía de la mina Cerro Blanco, en Asunción Mita, Guatemala, tendrá un impacto ambiental en los ecosistemas y en la salud de los habitantes de ambas naciones.

“Hemos comenzado este proceso de diálogo con organizaciones de la sociedad civil guatemalteca, para ver qué estrategias podemos desarrollar y parar el proyecto minero y prevenir así que la contaminación llegue a otros países. Es por esto que el tema de la minería transfronteriza ha surgido en nuestras conversaciones, y es urgente crear una resistencia porque según reportes de la empresa Bluestone Resources, acaba de adquirir Cerro Blanco y está a punto de ser explotada a finales de 2018”, manifestó.

Las medidas a tomar desde suelo salvadoreño se concentran en la presión ciudadana para mantener la Ley de Prohibición de la Minería Metálica en el país, y regular industrias que ya estén contaminando los cuerpos de agua. Así como una campaña sostenida contra la contaminación del lago Güija, Metapán, por una minera de piedra caliza, que tira desechos a sus aguas.

“El río Ostúa alimenta al lago de Güija, que a su vez tributa al río Lempa, de la que depende un tercio de la población salvadoreña, para aguas de uso doméstico, comercial, agricultura y la ganadería, entonces esa contaminación llegaría definitivamente a nosotros. Este tema debemos vincularlo a la lucha por la Ley de Agua que tiene el país y exigir no privatizar el agua”, puntualizó.

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