A tan solo 15 kilómetros de la frontera con El Salvador, está ubicada la mina Cerro Blanco, en el municipio de Asunción Mita del departamento de Jutiapa, en Guatemala. El riesgo para El Salvador está latente, debido a que a 6 kilómetros de la mina se encuentran varias poblaciones salvadoreñas que recibirán los impactos de la minería metálica.
El Río Ostúa que nace en Asunción Mita, Guatemala, a un lado de la mina y que desemboca en el lago de Güija ya está contaminado, asegura la bióloga, investigadora y ambientalista Cidia Cortés.
Mediante la investigación ‘El impacto de la mina transfronteriza Cerro Blanco en el agua y salud para El Salvador’, coordinada por la Mesa Frente a la Minería Metálica, la bióloga pudo determinar los impactos que tendrá la mina en medio millón de salvadoreños. La investigación da cuenta que la afectación de la mina Cerro Blanco llegará hasta el río Lempa, el más importante proveedor de agua para los salvadoreños.
“Hemos encontrado plomo que rebasa las normas internacionales de calidad de agua, es decir ya hay una alerta para la vida acuática de los ríos. El arsénico se viene desplazando y está muy fuertemente vinculado a enfermedades como el cáncer, la insuficiencia renal… En un documento, en un estudio hecho por científicos mexicanos han encontrado que el arsénico también tiene fuerte vínculo con la diabetes tipo dos”, explicó la investigadora.
Afección a la flora y fauna, contaminación de las aguas y efectos negativos en la salud humana de las poblaciones, son algunos de los efectos de la minería metálica
La preocupación por el impacto de la mina Cerro Blanco en los salvadoreños llevó a que la Mesa Frente a la Minería Metálica incluyera en la investigación la revisión de las estadísticas del Hospital Nacional de Metapán. Los datos arrojaron que enfermedades crónicas como el cáncer, insuficiencia renal y diabetes se han disparado en los habitantes de las comunidades fronterizas con Guatemala. Las fichas de defunción de los habitantes de esas comunidades indicaron que la gente está muriendo de dichas enfermedades crónicas.
La última prueba de sedimentos realizada en el río Ostúa en 2018 arrojó alto contenido de arsénico en el agua y se ha triplicado entre 2009 y 2018.
Los habitantes de las comunidades cercanas al río, con el tiempo, han disminuido el uso de agua para consumo, sin embargo otros no tienen alternativa. Es el caso de Ángela Cisneros habitante del caserío La Portada, quien tiene 70 años de edad y 40 de vivir en la zona. Todavía recuerda cuando el agua del Ostúa era cristalina: “Antes el agua era clarita y no se miraba como se mira ahora… Eso viene desde cuando comenzaron a construir esa mina”, aseveró. El agua del río Ostúa, ahora tiene un color verdoso debido a la contaminación, pero muchos como Ángela la siguen usando para bañarse y lavar.
La contaminación del agua debido a los metales pesados ha llevado a que algunos habitantes de las zonas fronterizas con Guatemala tengan que ir en busca de agua a las comunidades cercanas. La falta de agua potable obliga, en ocasiones, a comprar agua para beber, lo que genera costos adicionales para las comunidades pobres.
A escasos metros del río está la casa de Edwin Cisneros, quien tiene 38 años de vivir en el caserío La Portada, pero vivir cerca del río no le garantiza el agua. Nació ahí y ha sido testigo de lo que viven los habitantes de las comunidades de Ostúa, Bonanza y La Portada en Metapán para conseguir agua.
“Cuando uno se toma el agua se siente bastante pesada, en ocasiones yo lo he probado”, dijo Edwin, quien añadió que ahora compran el agua, sino la compran les dan del agua potable, pero deben ir a otro lugar.
La mina Cerro Blanco inició sus trabajos en 2007. Un proyecto de la empresa Entremares S. A. subsidiaria de Goldcorp Inc. Era considerado el segundo yacimiento más grande de oro y plata de Guatemala. Pero los trabajos se suspendieron en 2012, supuestamente porque la empresa prefirió esperar a que mejorara el mercado internacional del metal precioso, pero las razones generaron dudas en la población guatemalteca.
Creen que el cierre se debió a fallas técnicas e inundaciones del túnel. Esto indicaría que la zona es una unidad ecológica e indivisible y no una micro cuenca independiente como aseguraban los estudios de impacto ambiental que dieron pie a los permisos de instalación de la mina. Según las organizaciones ambientalistas de ese país, los permisos otorgados por el Ministerio de Medio Ambiente de Guatemala carecen de una exhaustiva investigación sobre los verdaderos impactos de la actividad minera.
Estos contratiempos pudieron ser la causa de que en 2017 Goldcorp Inc vendiera el 100% del proyecto minero a la empresa canadiense Bluestone Resources. Según la bióloga Cidia Cortés es esta empresa la que pretende iniciar la extracción minera a inicios de 2020 y que traería graves impactos para El Salvador. Cortés asegura que la mina Cerro blanco va a explotar oro y plata en 20 kilómetros, dentro de esos 20 kilómetros hay 5 kilómetros de agua caliente.
“Hay declaraciones de estas comunidades que se desplazan al lado de Guatemala que ya están observando la salida de vehículos de carga con material pétreo, es posible que ese material pétreo sea la roca que contiene el oro que se está procesando en otro sitio”, explicó la bióloga.
La contaminación del río Ostúa podría aumentar, ya que la empresa minera, durante una década, ha extraído 297 mil 840 barriles de agua geotermal y el río Ostúa es el principal vertedero. A partir de 2020 aumentará la extracción de agua. Esto significará una catástrofe ambiental por la grave contaminación del agua y los problemas de salud.
La mina también provocará que las fuentes que aún hay en la zona se sequen, haciendo más difícil la obtención de agua que ya existe.
Una de las preocupaciones de los lugareños del caserío Pita Floja de Metapán es que la fuente que lleva el mismo nombre y que produce aproximadamente 6 litros de agua por segundo se seque. En 2019, por primera vez, la fuente se secó durante 4 meses por falta de lluvia. La sequía podría llegar de manera permanente, no solo como consecuencia de los efectos del cambio climático, sino a consecuencia de la Mina Cerro Blanco que está a 7 kilómetros del caserío.
Jeremías Orellana habitante de la zona dijo que la escasez de agua ya se percibe, aunque él como otros habitantes no dimensiona las consecuencias que traerá la mina para 200 familias que habitan en Pita Floja.
Según la bióloga e investigadora Cidia Cortés, el ex presidente de ANDA, Marco Fortín, tuvo conocimiento de los posibles efectos de la mina Cerro Blanco en el agua, pero no le dio importancia al tema. Solo la Procuraduría para la Defensa de los Derechos Humanos mostró interés. Por su parte, Cancillería concedió una reunión a finales de 2018 para conocer el tema, sin embargo, no pasó del mero encuentro.
Para la bióloga y coordinadora de la investigación, el actual Gobierno es quien debe retomar el tema e incidir en el cierre de la mina. Además debería iniciar un acuerdo transnacional para evitar los efectos de la minería metálica en la región, ya que la Ley de Prohibición de la Minería Metálica en El Salvador solo es aplicable en el territorio.
La investigadora y ambientalista es de la idea que el actual Gobierno no dimensiona la amenaza de la mina Cerro Blanco para El Salvador.
Original Redacción YSUCA