Aunque los ambientalistas en Centromérica sepan que se están jugando la vida al defender el territorio ante proyectos, que en su mayoría, no les fueron consultados, el reto sigue siendo permanecer en la lucha, aseguraron varios de los participantes en el VIII Encuentro Regional Centroamérica Vulnerable.
Aunque los ambientalistas en Centromérica sepan que se están jugando la vida al defender el territorio ante proyectos, que en su mayoría, no les fueron consultados, el reto sigue siendo permanecer en la lucha, aseguraron varios de los participantes en el VIII Encuentro Regional Centroamérica Vulnerable, concluido este fin de semana.
Según el informe Honduras, el lugar más peligroso para defender el planeta, de Global Witness, publicado en enero del 2017, Honduras tiene la mayor cifra per cápita del mundo en lo que respecta a asesinatos de activistas. Un total de 123 defensores de la tierra y el medioambiente han sido asesinados a partir del conteo de 2009, y otros muchos se enfrentan a amenazas e intimidaciones constantes; entre ataques físicos y cargos falsos, además de daños a sus propiedades, relata el documento.
No obstante, bajo ese entorno, los ambientalistas de El Salvador, Guatemala, Nicaragua y Honduras siguen trabajando en pro de sus territorios. Para Juliana Ama, miembro del Consejo Coordinador Nacional Indígena Salvadoreño, la lucha es seguir trabajando por la defensa de la tierra.
El miedo siempre está presente, pero este se debe de vencer, “porque si tengo miedo, qué le voy a dejar a mis generaciones. El valor es la mitad de la vida”, expresó.
Un caso de los más emblemáticos fue el asesinato de Bertha Cáceres, ambientalista hondureña que defendía la tierra ante un proyecto hidroeléctrico. Ella fue asesinada en el 2016, pero su legado vive, según Wilson Galo, de la Concertación Regional Centroamericana para la Gestión del Riesgo (CRGR).
Y uno de los avances claros es que el banco que estaba financiado el proyecto hidroeléctrico, cuya construcción se pensaba hacer en el noroeste del país en el río Gualcarque de Honduras, dijo que se retiraba, y que no iba a seguir financiando dicha iniciativa.
Este hecho representa un logro para el trabajo con las comunidades que defienden sus territorios, ya que debido a proyectos de ese tipo, provocan que las poblaciones se desplacen y busquen alternativas, más bien, se debe tener un uso racional de los recursos y respetar donde están las poblaciones ancestrales.
Prevalecen subregistros de asesinatos
De acuerdo con un estudio de Global Witness, Honduras registró 14 asesinatos de defensores de la Tierra y medioambiente, seguido de Nicaragua con 11, solo en el 2016; no obstante, para Guido Calderon de la CRGR de Guatemala, las estadísticas tienen subregistros, ya que no muestran todo lo que realmente ocurre.
Ese es uno de los esfuerzos por los que se debe trabajar, como sociedad civil, sostiene Calderón, al exigir que se tengan registros reales de lo que realmente ocurre, “porque no solo son esos asesinatos, hay muchos más que no se registran y se quedan en el anonimato”, sostuvo el ambientalista.
En cuanto a las amenazas en contra de los ambientalistas del Istmo, Calderón dijo que es algo común de su quehacer, y forma parte del rol que “hemos venido jugando en esto”, destacó. A la vez, dijo que en el VIII Encuentro Regional Centroamérica Vulnerable, este tema no fue abordado debido a la extensa agenda, pero que lo relacionado a la seguridad de los ambientalistas, como defensores de la naturaleza, de los derechos humanos debe estar presente todos los días, ya que es un esfuerzo que se hace alrededor de temas tan sensibles como el agua, la minería, lo que constituye mucho riesgo, y va a seguir siendo así, concluyó.
Noticia Publicada en La Prensa
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