Arnulfo Medina Fitoria es un maztozoologo nicaragüense, investigador de los mamíferos. En dos ocasiones realizó muestreos de mamíferos en la Isla de Ometepe, ubicada en Rivas, al sur de Nicaragua.
Después del primer monitoreo, no encontró a ningún espécimen de mono araña (Ateles geoffroyi). Sin embargo, hizo una investigación de documentos históricos sobre estudios de mamíferos en la isla, hecho por investigadores europeos en el siglo 19, y encontró reportes del mono araña.
Dicho reporte científico del mono araña data de 1893, cuando un científico sueco llamado Carl Bovallius, recolectó algunos individuos de monos arañas. “Describe varias hembras con crías que comían huevos de urraca y hasta hace un dibujo de la especie que evidente es el mono araña”, afirmó Medina Fitoria.
Sin embargo, este ha sido el último reporte científico, de esta especie hasta ahora, aseguró el investigador, quien añadió que el último muestreó que realizó lo hizo en 2010, sin embargo, tampoco hubo avistamiento de los monos araña. “En vida silvestre este primate no existe”, sentenció el investigador.
La extinción de este mono apoya lo que se ha venido advirtiendo en documentos sobre la extinción de algunas especies en el país, destacó el investigador. “Muchas especies están desapareciendo primero a nivel local, por ejemplo, por municipios. Después a nivel departamental y por último se van a dar extinciones a nivel nacional”, advirtió.
La hipótesis que existen alrededor de la extinción del mono araña de la Isla de Ometepe, es que para finales del siglo 19, aun había mucha población indígena en la zona que se la alimentaba de estas poblaciones de mono. “Era parte de la dieta de los indígenas de las isla”, mencionó. El experto precisó que los habitantes indígenas de Ometepe eran Chorotegas y Nahualts.
“Al parecer el mono desaparece por mucha actividad de casería”, planteó Medina Fitoria. En los años 50 la universidad de Kansas de Estados Unidos estuvo trabajando en la isla, sin embargo, no hay reportes de avistamiento de esta especie de mono, precisó el mastozoologo.
“Este animal tuvo que haber desaparecido en la primera mitad del siglo 20”, indicó. De las tres especies de monos que hasta ahora se conocen para Nicaragua: mono araña, mono congo (Alouatta palliata)y mono cara blanca (Cebus capucinus), el araña es la que está más amenazada en todo el país.
“Ya casi desapareció del todo el Pacífico de Nicaragua, ahora solo está en el volcán Cosiguina y en sur en la Rivas, en la zona de San Juan del Sur”, puntualizó Medina, quien ha visto un grupo pequeño en los parches de bosques que hay en Nandaime en Granada.
“Ojala logre llegar al Mombacho”, expresó. Aunque no es una regla estipulada, tanto la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) y los investigadores, toman como referencia si en medio siglo no se ve una especie de animal a esta se le puede declarar extinta.
La UICN considera que el mono araña está en peligro de extinción en todo su rango de distribución desde el sur de México hasta el norte de Colombia.
El riesgo para otras especies
En los dos estudios que realizó en la Isla de Ometepe, encontró que hay alrededor de 55 especies de mamíferos, que es la cuarta parte de especies terrestres que hay en el país.
Quizá otras especies de mamíferos se han extinguido de la isla, reflexionó Medina Fitoria quien aseguró que otros investigadores que exploraron la isla en el siglo 19, hacen referencias a felinos. “Posiblemente hubo carnívoros felinos pero se extinguieron porque necesitan grandes áreas para sobrevivir”, explicó.
La isla es muy interesante ya que convergen especies de bosque seco y de altura, incluso del Caribe. “Ometepe es el único lugar en el país, hasta ahora, donde se encuentran cuatro diferentes tonos de colores de ardillas, incluyendo melánicas de color totalmente negras”, reveló el experto.
Pero, las otras dos especies de monos, congo y cara blanca, también están en un punto de presión muy alta en la isla, advirtió el investigador.
Uno de los principales problemas ahora ya no es la caza para la alimentación, porque los monos ya no son parte de la dieta principal de los pobladores de Ometepe. No obstante, la pérdida de bosques es lo que más está estresando a los primates.
“Cada vez lo animales son relegados hacia arriba de los volcanes y va a llegar un momento en que no se va a poder subir más”, puntualizó.
Consecuencias de la extinción
Algo tuvo que haberse alterado en el equilibrio de la naturaleza de Isla de Ometepe por la extinción de los monos arañas. En este sentido, Medina Fitoria afirmó que los monos son dispersores de grandes semillas.
Ciertos animales dispersan más semillas que los monos, como los murciélagos que pueden dispersas miles en una noche. Pero los monos distribuyen semillas de gran tamaño, destacó Medina Fitoria.
Una de estas es de una planta conocida como olla de mico por su gran tamaño. “Esa solo los monos la pueden destapar y comer y son los únicos en dispersar, al no estar ellos se pierde un agente dispersor”.
De esta manera, también las especies de árboles de semillas grandes también están desapareciendo porque ya no hay quien disperse sus semillas, explicó el experto.
“El árbol va a votar sus frutos, pero no tiene posibilidad de crecer porque está el árbol madre, en cambio si los monos trasladan ese fruto a otro sitio y lo votan en un lugar condiciones, va a crecer”
Medina Fitoria afirmó que en la dieta de los monos hay entre 15 a 20 especies de arboles con semillas medias, pequeñas y grandes, ya que los monos son principalmente folivoros, es decir, se alimentan de hojas y frutos de los árboles.
“El efecto de la extinción es un efecto dominó, cuando desaparece una especies puede afectar a otras faunas y floras, la diversidad va para abajo”, sentenció.
Indicó que también existe la posibilidad de reintroducir al mono araña en la Isla de Ometepe y otras zonas del Pacífico. Sin embargo, la limitante es que no hay un centro de rescate que haga este tipo de trabajo.
Aunque si se reintrodujeran, las amenazas serían aún peores que hace 100 años. “Ya no se lo comen en Ometepe y muchos saben que ese animal vale más vivo que muerto. El problemas es la agricultura desordenada”, aseguró.
Original: Revista Naturalista