Los monocultivos han desatado a lo largo de la historia daños directos para el medio ambiente y graves consecuencias en materia económica, social y cultural; entre los principales monocultivos que han abarcado grandes extensiones de tierras en países de Centroamérica se encuentran principalmente el de la palma africana y la caña de azúcar en las zonas costeras.
Es de resaltar que los monocultivos favorecen al gran sector empresarial y a las familias terratenientes, quienes no hacen reparos de las consecuencias negativas para las comunidades rurales, campesinas e indígenas que necesitan de tierra y agua de buena calidad, al contrario, la sed de enriquecimiento económico da paso a grandes desigualdades y discriminación.
Así lo comenta Julio González, especialista en materia ambiental, integrante del Colectivo MadreSelva en Guatemala “traer a colación el tema de la tierra, cuando se habla de un modelo de exportación, los cultivos son intensivos y extensivos, entre más tierra mejor, el acaparamiento de la mejor tierra siempre quedo en la mira de los grandes terratenientes… Se puso en la mira dos cultivos estratégicos, la caña de azúcar que se expande y la tierra para cultivar la palma aceitera o africana, estas dos compiten en espacios de la zona sur y conviven con otro cultivo de importancia que es el banano”.
Prosigue “Viendo que en el cultivo de la palma africana y la caña de azúcar se podían obtener derivados de combustible, la demanda de agua se multiplica, empieza a ver mucha crisis, en la hambruna, por el aumento del uso de insecticidas, pesticidas, estas grandes extensiones de cultivos empiezan afectar la vida de las comunidades”.
En una visita de campo que realizaron representantes de la Alianza Centroamericana Frente a la Minería -ACAFREMIN- a la zona de la Costa Sur en Guatemala en los departamentos de: Retalhuleu y Escuintla se evidencio que el monocultivo de caña posee grandes proporciones de tierra sin ninguna regulación, las aldeas se encuentran a penas a unos pocos metros de distancia de estos terrenos; los habitantes mencionan que es perjudicial por su salud cuando empieza la temporada de quema y en cuanto a sus cosechas hay una gran perdida de sus cultivos por la lluvia de agrotóxicos dirigido para el monocultivo de caña de azúcar, actualmente "la clase azúcarera" la dominan 14 familias (14 ingenios) muy vinculadas a la política del país.
Aldea Los Linares en el departamento de Escuintla, afectada por la expropiación de tierra utilizada para el monocultivo de la caña de azúcar.
Niños de la aldea Los Linares extraen agua de pozos que han sido donados de cooperación internacional, en un análisis de agua, se obtuvieron resultados que al agua es de mediana a buena calidad.
Concepción Diaz, mujer lideresa de la aldea Los Linares denuncia las malas prácticas como la quema de caña de azúcar. Menciona que sus plantas mueren y los techos de las casas se “pican” debido al riego con agrotóxicos en el monocultivo.
Mujeres indígenas en la aldea Santa Inés en el departamento de Retalhuleu, son ejemplo de lucha organizada. Han estado en contra de las agroindustrias que quieren dañar sus tierras.
La agroindustria azucarera propicia desigualdad social y discriminación a los pueblos originarios, las condiciones de estos pueblos son de pobreza.
Mujer en la aldea del Tránsito, en el municipio de Champerico en Retalhuleu, lava su ropa en el río de su aldea. Este caudal cuenta con poca agua debido a las represas que ponen las agroindustrias en sus ríos.
Especialistas ambientales mencionan que antes que la agroindustria explotara la Costa Sur para monocultivo, eran tierras utilizadas para pastizales para crianza de ganado. Esto aportaba en los alimentos como la carne, el queso y la leche.
Cultivos de los pueblos tienen un crecimiento lento debido a la poca fertilidad de la tierra, algunos cultivos no llegan a producir debido al riego masivo de químicos en los cultivos.
Este panorama sigue su recorrido con grandes similitudes en países como El Salvador, Nicaragua y Honduras.